SÓLO TÚ DECIDES
Terminamos este
domingo con las siete parábolas que nos presenta Jesús en este discurso del capítulo
13 del evangelio de Mateo. Las parábolas de hoy son muy breves comparadas con
las de los dos domingos anteriores y de ninguna nos da una explicación de
labios de Jesús como la del trigo y la cizaña o la del sembrador.
Las tres parábolas que
se nos presentan este domingo nos representan al “Reino de los Cielos”. El Reino
de los cielos se parece a… un tesoro, un comerciante y a una red de
pescar. ¿Qué tienen en común estos dos objetos y esta persona con el Reino de
los cielos? Aparentemente ninguna, pero vámonos por partes analizando una por
una.
El Reino de
los cielos se parece a un tesoro.
En esta parábola tenemos que el Reino se compara con un tesoro que es
descubierto por casualidad y sin ninguna intención, pero que una vez que se
descubre, no deja a la persona indiferente, sino que como en la siguiente parábola
hace todo lo que está en sus manos para no perder aquel tesoro que sin duda
vale más que todo lo que tiene y que incluso le compromete a desprenderse de
todo lo viejo con tal de tener aquel tesoro.
Esta parábola es
para todos aquellos que nos hemos encontrado de una forma sorpresiva con Cristo
y con su evangelio, que nos ha salido al encuentro y que una vez que nos
topamos con Él, decidimos renunciar a todo cuanto tenemos; incluso, si se nos
pide, a un cambio radical de vida con tal de poder tener ese Tesoro. Muchas de
nuestras decisiones de fe no son sencillas ya que el tener ese Tesoro me compromete
a desprenderme de todo, con esa confianza de que lo que tengo es mucho mejor
que lo que dejo.
El Reino de
los cielos se parece a un comerciante en perlas finas. En esta segunda parábola se representa al Reino no con
una cosa sino con una persona. La traducción que nos presenta la liturgia pareciera
que el comerciante al igual que el hombre del tesoro la encuentra de “chiripa”,
por casualidad, cuando el texto griego nos habla más de una búsqueda exhaustiva,
era alguien que buscaba algo, pero que se ve rebasado ante el hallazgo que hace.
Esta segunda parábola nos presenta a todos aquellos que andan en búsqueda de
Dios y que después de mucho buscar encuentran aquello anhelado que los rebasa. San
Agustín lo plasmó con aquella frase célebre del libro de sus confesiones: «Nos
hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en
ti».
Independientemente si
descubrimos el Reino como resultado de una búsqueda ardua o de la simple
casualidad, la respuesta es la misma: ir y vender todo con tal de no perder
aquella perla o aquel tesoro, sin vacilaciones, sin titubeos, solo con la
certeza de que lo que dejamos es nada comparado con lo que se ha encontrado.
El Reino de
los cielos se parece a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda
clase de peces. La última parábola
de este domingo nos habla de esa red que se lanza y que recoge en su interior
peces buenos y malos. Esta parábola nos podría recordar a la del trigo y la
cizaña de la semana pasada. En cualquier ambiente en el que nos desenvolvamos
nos damos cuenta que hay buenos y malos. Tenemos políticos, sacerdotes,
matrimonios, doctores, maestros, policías, militares, etc., que son buenos y
quienes son malos y por más que queramos disfrazar nuestra decisión en las
circunstancias o en las oportunidades, nos damos cuenta que al final del día todo
eso depende única y exclusivamente de mi decisión personal. Si yo soy un mal católico
no puedo echarles la culpa a los sacerdotes, a los catequistas o a los demás; tendré
que reconocer que me encontré con el tesoro y decidí no vender lo que tenía para
quedarme con él.
El evangelio de hoy
no nos invita a responder con un discurso largo y aburrido, sino a demostrar
con nuestra actitud que el Reino vale la pena. Si yo estoy fascinado por esa
perla que es Cristo no lo voy a decir, mis obras tendrán que hablar de que
estoy comprometido con el evangelio. Hoy se nos invita a la acción más que a la
predicación. ¿te ha fascinado el Reino? Ve, vende, dalo todo, no te quedes con
nada, se bueno y tan bueno que no quede duda que mereces entrar en la canasta
del Reino de los cielos.
LECTURAS
DEL DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO
(Ciclo
A)
Del primer libro
de los Reyes: 3, 5-13
En aquellos días. el
Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme
lo que quieras, y yo te lo daré".
Salomón le
respondió: "Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi
padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón.
Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho
que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que
yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más que
un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio
de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido
que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y
distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar
a este pueblo tuyo tan grande?".
Al Señor le agradó
que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido
esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino
sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón
sabio y prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy
a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no
habrá rey que se pueda comparar contigo".
SALMO
RESPONSORIAL
Del salmo 118,57 y
72.76-77.127-128.129-130.
R/. Yo amo,
Señor, tus mandamientos.
A mí, Señor, lo que
me toca es cumplir tus preceptos. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de
monedas de oro y plata. R/.
Señor, que tu amor
me consuele, conforme a las promesas que me has hecho. Muéstrame tu ternura y
viviré, porque en tu ley he puesto mi contento. R/.
Amo, Señor, tus
mandamientos más que el oro purísimo: por eso tus preceptos son mi guía y odio
toda mentira. R/.
Tus preceptos,
Señor, son admirables, por eso yo los sigo. La explicación de tu palabra da luz
y entendimiento a los sencillos. R/.
SEGUNDA
LECTURA
De la carta del
apóstol san Pablo a los romanos: 8,
28-30
Hermanos: Ya sabemos
que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido
llamados por él, según su designio salvador.
En efecto, a quienes
conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen
de su propio Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A
quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes
justifica, los glorifica.
EVANGELIO
Del santo
Evangelio según san Mateo: 13, 44-52
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de
alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los
cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.
También se parece el
Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda
clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se
sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los
malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y
la desesperación.
¿Han entendido todo esto?". Ellos le contestaron: "Sí". Entonces
él les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de
los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas
nuevas y cosas antiguas".
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