MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN (DÍA 12)
MARÍA,
ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN
María fue la primera en experimentar
la alegría del Evangelio y la primera en comunicar esta alegría. Ella presidió
en la mañana de Pentecostés con su oración el comienzo de la evangelización.
Queremos que ella nos enseñe que al hacer experiencia del amor de Dios que nos
salva no necesitamos muchos cursos para salir a anunciarlo.
REFLEXIÓN
Por: Sr. Cura Juan Gerardo Hernández
Gutiérrez.
Se apareció a los once, sentados a la
mesa. Jesús quiere inyectarles la convicción de su propia resurrección, en el
momento de la comida, para beber y comer con ellos y darles así plena
satisfacción de su presencia.
Les reprochó su incredulidad y dureza
de corazón: Ellos pudieron haberlo hecho mejor. Ellos no entendían, pero ellos
no podían escapar de la responsabilidad. Las pruebas de la verdad del Evangelio
son tantas y tan evidentes, que bien merecen un fuerte reproche los que no las
reciben a causa de su incredulidad debida a su dureza de corazón. Pero a pesar
de ello, Jesús les confía una Misión:
Vayan por todo el mundo y prediquen el
evangelio a toda criatura. Este era un mandamiento,
no una sugerencia. Si antes el envío era sólo “a las ovejas perdidas de la casa
de Israel, ahora es a todos. “El interés en las misiones no es una elección en
la universidad de la gracia de Dios. Es algo en lo cual se espera que se gradúe
cada discípulo”. La idea de la fe que debe de ir por todo el mundo, no era
parte de la forma de pensar judía en los días de Jesús. No era parte de la
manera de pensar pagana tampoco. Era una idea revolucionaria en su tiempo. Este
mandamiento no fue obedecido inmediatamente; por muchos años los discípulos permanecieron
en Jerusalén, y fue únicamente hasta que la iglesia fue perseguida que comenzó
a difundirse hacia el mundo. Pero si se difundió, y continúa haciéndolo.
El que crea y sea bautizado, obtendrá
la salvación; más el que no crea, será condenado: Esta era una promesa
combinada de salvación y advertencia. Jesús no dijo que la condenación pertenecía a aquel que no era bautizado, solamente a
aquel que no creyera. Al mismo tiempo, estaría terriblemente mal el tener el bautismo como “no esencial.” Quizás
no sea esencial para la salvación,
pero es absolutamente esencial para la obediencia.
Jesús le dijo al creyente que se bautizara, y ellos deben de hacerlo. Se
convierte en esencial tan pronto como Jesús lo ordena.
Y estas señales seguirán: Jesús le dio
a sus discípulos una promesa de poder divino y protección. Esta promesa debe de
ser entendida en el contexto de los peligros inherentes al llevar el evangelio
por todo el mundo, así como Pablo fue mordido por una víbora y también fue
preservado en la isla de Malta (He 28, 1-6). Con esto, se concluye que Jesús
nunca tenía la intención de beber veneno o de manipular víboras para que fuera
una prueba específica o medida de fe.
María es la “Estrella de la
Evangelización”. La relación que existe entre María y Cristo, María y la
Iglesia, funda el nexo de María con la evangelización, pues la persona de
Cristo es el Evangelio mismo y el contenido esencial del anuncio cristiano.
El mismo San Juan Pablo II nos lo ha
recordado con palabras bellísimas y lapidarias en su carta Novo Millenio Ineunte: «No, no será una fórmula lo que nos salve,
pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: “Yo estoy con ustedes!».
Por eso, se trata ahora de buscarle de todo corazón y seguirle, de oírle y
contemplarlo, adorarlo, vivirlo, darlo a conocer con obras y palabras,
entregarlo... Eso es lo que hace la Virgen María. Nos espera una apasionante
tarea de renacimiento pastoral, una obra que implica a todos, esto es:
evangelizar, evangelizar de nuevo, evangelizar como en los primeros tiempos,
que son los de María.
A partir de aquí podemos profundizar y
entender lo que evoca la expresión “María, Estrella de la Evangelización”.
María, como Estrella de los mares, es faro, guía y norte, que conduce la obra
evangelizadora de la Iglesia —su razón de ser— hacia el ansiado puerto de la
salvación de los hombres, de la humanidad nueva santificada; es la luz que la
orienta e ilumina en su caminar por los agitados mares de la historia y del
mundo, con la red del Reino echada en el nombre de su Señor.
No es posible, por tanto, ahondar en
lo que evangelizar significa para la Iglesia sin encontrarse en el centro mismo
de esta reflexión y ahondamiento con la figura de María, la Mujer que como
Esposa y Madre ha visto realizar en sí plenamente el designio de Dios sobre el
linaje humano.
“María, Estrella de la Evangelización”
nos evoca a la luz de la aurora naciente que brilla con la luz del Sol que nace
de lo alto, presagiando y anticipando la luz rutilante del Sol de mediodía que
disipa toda oscuridad, ilumina todo y lo cubre todo con el resplandor de su
gloria. Nos remite al que es Luz de las naciones.
Sin exageración, bien podemos afirmar
que cuando decimos “María, Estrella de la Evangelización” estamos diciendo que
es el contenido de evangelización:
Cristo, Hijo de Dios, nacido por obra del Espíritu Santo de sus entrañas,
Redentor de los hombres, venido en carne para traernos, darnos y participarnos
el amor infinito y misericordioso de Dios que alcanza su máxima y plena
revelación en la muerte, resurrección de Jesucristo y en el envío del Espíritu
de la verdad.
Cuando decimos “María, Estrella de la
Evangelización” estamos diciendo fin y
meta del anuncio, de la presencia y de la fuerza salvadora del Evangelio
vivo que es Cristo, del designio de Dios que por Él nos alcanza. Así, estamos
diciendo toda santa, llena de gracia, limpia de todo pecado, humanidad salvada,
nueva Eva, enriquecida con todos los dones y bendiciones en Dios, humanidad nueva
y libre, hija de Dios, morada del Altísimo.
Miremos, pues, el Evangelio sin ningún
miedo y sin ningún complejo. Mostremos, sin echarnos atrás y sin retirarnos, a
Jesucristo. Démoslo valientemente a todos, a los que están lejos y a los que
están cerca, a aquellos con los que convivimos trabajamos, a todos. Anunciemos
a Jesucristo con obras, en nuestros trabajos, en nuestras familias, en nuestra
vida en la sociedad. Que nuestras realidades cotidianas, nuestras personas
todas, sean signo de que somos de Jesucristo, que le pertenecemos. Que todo en
nosotros sea signo de que somos de Cristo. De esta manera seremos como María; y
así es como únicamente podemos entregarles a Jesucristo a los hombres de hoy.
Concluyo con unas palabras del papa
Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium, para todos programática: “A la Madre del Evangelio viviente le
pedimos que interceda para que esta invitación a una nueva etapa evangelizadora
sea acogida por toda la comunidad eclesial. Ella es la mujer de fe, que vive y
camina en la fe y 'su excepcional peregrinación de la fe representa un punto de
referencia constante para la Iglesia' (Juan Pablo II). Ella se dejó conducir
por el Espíritu, en un itinerario de fe, hacia un destino de servicio y
fecundidad. (E.G. 287).
LECTURAS
DEL QUINCENARIO
PRIMERA
LECTURA
De
la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
9, 16-19. 22-23
Hermanos: El hecho de predicar no es
para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el
Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero,
si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es
la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin
usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre
como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he
hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a
todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio,
para participar yo también de sus bienes.
SALMO
RESPONSORIAL
Salmo 18
R.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites
del orbe su lenguaje. R
EVANGELIO
Del
santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a
los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda
creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será
condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído:
arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en
sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a
los enfermos y estos quedarán sanos”.
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