SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
SOLEMNIDAD
DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA En este Quincenario hemos celebrado a
la Santísima Virgen de la Asunción, Patrona de nuestra Diócesis siendo
consolados y reconfortados con su amor de madre y hemos buscado aprender de
ella a ser una Iglesia que, como madre, mira con misericordia las angustias de
sus hijos y es transmisora de la gracia de Dios que fortalece nuestra
debilidad.
REFLEXIÓN Por: M.I. Sr. Cango. Casimiro Serna
Esqueda Es indudable que la fiesta que hoy
celebramos: El misterio que hoy vivimos no es el resultado de un acto aislado,
sino el término de un camino perfectamente llevado paso a paso. Para nosotros hombres y mujeres que
hemos sido hechos por el Bautismo hijos adoptivos de Dios, no cabe duda que
María nos traza el verdadero camino a seguir, si verdaderamente estamos
convencidos de que hemos sido destinados para llegar a la casa del Padre:
veamos lo que ella hizo y sin duda llegaremos a nuestro destino si seguimos su
ejemplo, porque ella es nuestra Madre y una madre enseña a sus hijos; los
alienta, los aconseja, los llama y encausa por el camino correcto. En una semblanza de la Virgen
Santísima, que los Santos Padres hacen de ella, dicen, que el camino de ella
fue el siguiente: Ella, por ejemplo, nos dice San
Lorenzo Justiniano, Obispo: “Iba reflexionando sobre todas las cosas que había
conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba aumentando
constantemente, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su
caridad era cada vez más ardiente. Nosotros somos los constructores de
nuestra propia realidad, tenemos delante de nosotros la necesidad de
construirnos a nosotros mismos; pero entiende cómo le harás en medio de este
mundo tan lleno de basura, digamos así. Para poder llegar a hacer lo que la
Virgen Santísima hizo, tener Fe, Esperanza y Caridad. San Pablo nos dice: “De hecho, no hago
el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rom. 7,19). ¿Cuál es la razón?
Nos dice el mismo apóstol, porque llevo dentro de mí el pecado. Fijémonos bien en la lección de la
Virgen Santísima “Reflexionaba sobre todas las cosas…. ¿Qué es reflexionar? Es
hacer un verdadero discernimiento para poder descubrir la VERDAD y ahora sí,
aquí está el camino que nos presenta el mismo Jesús que sin duda fue el que
siguió la Santísima Virgen María, y que tú, yo y cada uno de nosotros tenemos
abierto para seguirlo ¿cuál será? Ningún otro que no sea la Evangelización: y
¿qué otra cosa puede ser dado que el Evangelio es la acción educadora de
nuestro Padre Dios? Así nos dice Jesús: “He manifestado tu nombre a los que me
diste apartándolos del mundo” (Jn. 17,6). ¿Qué otra cosa pudo hacer que la
Virgen Santísima pudiera ser atraída por Dios e incluso con inmensa alegría
vivir su vida de hija de Dios? Nos dice San Agustín: “No fue tanto por ser la
Madre de Jesús, sino por ser la primera discípula de Jesús” sin duda por eso,
porque se dejó llevar por el magisterio del Espíritu Santo, que fue haciendo de
ella la digna morada del mismo Jesús, esto fue purificando día a día su ser
dado que jamás rehusó vivir con intensidad su respuesta a la “Palabra de Dios”
y no dejándose llevar por su propio instinto corpóreo y así pudo crecer y
desarrollar en la vida divina que la hizo grata a Dios, cual ninguna otra
persona lo fue. ¿A qué otro ser racional Dios le envió
un Ángel a su presencia y le dijo: “Alégrate llena de gracia; el Señor está
contigo”? (Lc. 1,28) ¿Quién de nosotros puede dudar que
María era grata a los ojos de Dios, porque se dejó llenar de la vida de Dios,
porque correspondió a la acción del Espíritu Santo, porque día a día fue
haciendo acopio de la vida de Dios en ella? ¿Qué o quién fue el que llevó a San
Pablo a decir: “Vivo yo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí”?
(Gal. 2,20). No podríamos dudar de que el mismo
Dios, que guió a María por el único camino que nos conduce a la casa del Padre.
Esto es lo que el mismo Cristo, en la oración sacerdotal le pide para nosotros
al Padre: “Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que tú me
has dado” (Jn. 17,24). Es muy normal que si la Virgen
Santísima había crecido así en la vida de Dios, día a día respondió a la
encomienda que Dios le había asignado. Los Santos Padres y el Magisterio de
la Iglesia la proclamarán como la primera creatura que es llevada en cuerpo y
alma a la casa del Padre. Por esto el Papa Pío XII no duda en proclamar
la Asunción de la Madre de Dios en cuerpo y alma al cielo como dogma de fe, es
decir es necesario que nosotros lo creamos para que podamos llegar al Reino del
Padre. Si nos fijamos en las lecturas de este
día en la primera carta de San Pablo a los Corintios, Cristo después de haberse
encarnado en el seno virginal de María y de haber sido clavado en la cruz,
resucitó y no fue solamente Él, sino que lo hizo como el primero para que
también nosotros, los que somos sus discípulos, tomemos nuestra cruz y vayamos
detrás de Él (cfr. Mt. 16,24). Tanto en el Apocalipsis como en el
Evangelio según san Lucas encontramos signos que nos hablan de María y de
Jesús; sabemos que el lenguaje de la liturgia es por medio de signos y que
nosotros debemos saberlos interpretar. ¿Qué significará “Apareció en el cielo
una señal grandiosa: una mujer vestida de sol, con la luna bajo los pies y en
su cabeza una corona de doce estrellas” (Ap. 12,1) “y la mujer dio a luz un
hijo varón, que debe gobernar a todas las naciones con vara de hierro, pero el
niño fue arrebatado y llevado ante Dios y ante su trono” (Ap. 12,5)? Cristo es
separado con violencia del pueblo de Dios y sentado a la derecha del Padre
iniciando su Reino. El Evangelio nos habla del saludo de
María a su prima Isabel en todos los implicados. El niño salta de gozo en el
vientre de Isabel, ella llena del Espíritu Santo, entona una alabanza para
bendecir a María y al Niño Jesús, diciendo que la Madre de su Señor viene a
verla. Y María por su parte entona el “MAGNIFICAT” como respuesta a su prima
Isabel. Signos hermosísimos y llenos de la luz
y gracia del Espíritu Santo. Esta es María la Madre de Jesús, la
que es verdadera discípula de Jesús, la que llenó saturó y empapó todo su ser
con la vida de Dios y le mereció su gloriosa Asunción. Nosotros imitémosla, entremos en el
templo de nuestro corazón, si estamos dispuestos a buscar la purificación y
limpieza de todo contagio del pecado. ¿Cómo? alimentando nuestro espíritu con
el pan celestial, con la oración de cada día, con la adquisición de las
virtudes teologales: FE, ESPERANZA Y CARIDAD, realizando las obras de
misericordia, tan gratas y queridas por el Señor, tomando la cruz de cada día,
como nos lo ha pedido el Señor Jesús, estudiando y viviendo el Evangelio,
realizando nuestro servicio de verdadera Iglesia a favor de nuestros hermanos,
encontrando en los verdaderos discernimientos el valor de la obra del Señor
Jesús, sabiendo que empapo mi yo existencial con la vida de Dios. Esta será la
verdadera garantía de que resucitaré en cuerpo y alma como María ya lo ha
hecho.
LECTURAS
DE LA “MISA DEL DÍA” DE LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del Apocalipsis del apóstol san Juan; 11, 19;
12, 1-6.10 Se abrió el templo de Dios en el cielo
y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una
figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y
con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar
a luz y gemía con los dolores del parto. Pero apareció también en el cielo otra
figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y
una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera
parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Después se
detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo, en
cuanto éste naciera. La mujer dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar
todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue llevado hasta Dios y
hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios. Entonces oí en el cielo una voz
poderosa, que decía: "Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de
su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías".
SALMO
RESPONSORIAL
Del salmo 44, 10bc. 11. 12ab.16. R/.
De pie, a tu derecha, está la reina. Hijas de reyes salen a tu encuentro.
De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro de Ofir. R/. Entre alegría y regocijo van entrando
en el palacio real. A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás
príncipes por toda la tierra. R/.
SEGUNDA
LECTURA
De
la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios:
15,20-27 Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó
como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte,
también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así
como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada
uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento,
los que son de Cristo. Enseguida será la consumación, cuando,
después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino
a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a
todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la
muerte, porque todo lo ha sometido Dios bajo los pies de Cristo.
EVANGELIO
Del
santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-56 En aquellos días, María se encaminó
presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de
Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura
saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del
Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de
mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo
en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue
anunciado de parte del Señor". Entonces dijo María: "Mi alma
glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán
dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo
lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en
generación a los que lo temen. Acordándose de su misericordia, viene en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa. |
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