“Y HABITÓ EN NOSOTROS”
“Y HABITÓ EN(TRE) NOSOTROS” Jn 1,14
Después del aparente
fracaso de Pablo y Bernabé en Antioquia, la situación no mejora para nuestros protagonistas
al inicio de la primera lectura. Llegan a Iconio y ahí nuevamente predican a
los judíos en la sinagoga y al igual que en Antioquia se divide la comunidad en
dos; quienes están a favor de los apóstoles y quienes están a favor de los judíos.
En medio de esta división se enteran de que querían apedrearlos y prosiguen su
viaje a Listra. En este lugar se da un pasaje muy pintoresco y hasta cierto
punto gracioso y anecdótico.
En Listra ya no se
dirigen a los judíos, sino que se presenta el primer anuncio a un público
netamente pagano politeísta. Este discurso tiene como origen la curación que
hace Pablo de un hombre tullido. Mientras que Pedro en Jerusalén había despertado
la gloria a Dios al curar al paralitico; aquí se da una reacción totalmente
opuesta a la intención que buscaban los misioneros. Al hacer ese milagro no
buscaban la gloria o la fama para ellos, sino que querían despertar el interés en
los espectadores por el único Dios verdadero; pero nada de eso pasa. Seguramente
influenciados por las leyendas griegas en donde los dioses se disfrazaban de
hombres y bajaban a convivir con los hombres, la comunidad se alegra porque creían
que Pablo y Bernabé eran nada más y nada menos que Zeus (Júpiter) y Hermes
(Mercurio). Llega a tanto la admiración del pueblo que querían ofrecer unos
toros en sacrificio por tan gran visita y es aquí donde aparece el anuncio de
Pablo, un anuncio que invita a dejar a los falsos dioses y venerar y honrar al único
Dios que es Señor de todo cuanto existe.
Muchas veces esta
escena que pudiera causarnos risa, se repite a diario en muchas de nuestras familias.
Convertimos a personas, cosas o vicios en nuestros dioses, a ellos les
ofrecemos nuestros sacrificios y los ponemos en el lugar de Dios. Como sacerdotes
muchas veces corremos el riesgo de que nos conviertan en el centro de la fe y
no es así. Como dice Pablo hoy: “somos hombres igual que ustedes”, pero muchas veces
nos la creemos que somos nosotros los especiales, que somos nosotros los que
hacemos los milagros y las cosas grandes y no es así. Es Dios el que actúa, es
Dios el que cura, es Dios el que perdona y el que se hace presente, al igual
que Pablo, solo somos instrumentos de Dios. Tengamos cuidado con no divinizar a
alguien o algo. Fácilmente nos podemos acostumbrar al buen trato, pero no hemos
venido a predicarnos a nosotros sino el Evangelio vivo que es Cristo.
Es ese Evangelio el
que quiere hacer su morada entre nosotros, como nos lo dice hoy Jesús. El punto
central del evangelio de estos últimos cuatro días está en el versículo 23 “El
que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos
en él nuestra morada”. Ayer les hablaba de que vamos de Camino hacia la
casa del Padre y hoy Jesús nos simplifica nuevamente el viaje. No tenemos que
esperar a la otra vida para disfrutar de la presencia de Dios. Bastan dos cosas
para que este Dios Uno y Trino viva en nosotros. Aceptar y cumplir es igual
a amar. Así de sencillo.
Muchas veces nos
encontramos con personas que dicen vivir su fe sin ataduras y de una forma muy espontánea
y libre; yo voy, yo hago, yo ayudo, yo perdono, yo le hablo, yo me confieso…
cuando me nace. Eso es una emoción, una euforia pasajera, pero no es amor, san
Pablo dice “El amor nunca terminará” (1 Co 13,8). Si decimos y
deseamos amar a Dios, no es cuando nos nace o cuando traemos ganas; es siempre.
Así como Él quiere vivir en nosotros para siempre, porque el si nos ama de
verdad.
El pueblo judío en
todo el Antiguo Testamento buscó el tener un lugar en donde viviera Dios en
medio de ellos, hoy nosotros sabemos que no tenemos que ir muy lejos para
encontrarnos con Dios, si lo amamos Él vive en nosotros.
LECTURAS
DEL LUNES V DE PASCUA
Del libro de los
Hechos de los Apóstoles: 14, 5-18
En aquellos días,
los paganos y los judíos de Iconio, apoyados por las autoridades, comenzaron a
agitarse con la intención de maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé. Pero
ellos se dieron cuenta de la situación y huyeron a Listra y Derbe, ciudades de
Licaonia, y predicaron el Evangelio en toda la región.
Había en Listra un
hombre tullido de los pies desde su nacimiento que se pasaba la vida sentado y
nunca había podido andar. El tullido escuchaba el discurso de Pablo, y éste,
mirándolo fijamente, advirtió que aquel hombre tenía fe suficiente como para
ser curado, y le ordenó en voz alta: "Levántate y ponte derecho sobre tus
pies". De un salto el hombre se puso en pie y comenzó a caminar. Cuando la
gente vio lo que Pablo había hecho, empezaron a gritar en la lengua de
Licaonia: "¡Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos!".
Decían que Bernabé era el dios Júpiter y Pablo el dios Mercurio, porque éste
era el que hablaba.
El sacerdote del
templo de Júpiter, situado a la entrada de la ciudad, llevó a las puertas unos
toros adornados con guirnaldas, y junto con la muchedumbre, quería ofrecerles
un sacrificio. Al darse cuenta de todo esto, los apóstoles Bernabé y Pablo se
rasgaron las vestiduras e irrumpieron por entre la multitud, gritando:
"Ciudadanos, ¿por
qué hacen semejante cosa? Nosotros somos hombres mortales, lo mismo que
ustedes. Les predicamos el Evangelio que los hará dejar los falsos dioses y
convertirse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto
contienen. En épocas pasadas, Dios dejó que cada pueblo siguiera su camino,
aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandando la lluvia y la
cosecha a su tiempo, dándoles así comida y alegría en abundancia". Y
diciendo estas palabras, consiguieron impedir, a duras penas, que la multitud
les ofreciera un sacrificio.
SALMO
RESPONSORIAL
Del salmo 113 B
1-2.3-4.15-16.
R/. Que todos te
alaben sólo a ti, Señor. Aleluya.
No por nosotros,
Señor, no por nosotros, sino por ti mismo, manifiesta tu grandeza, porque eres
fiel y bondadoso. Que no nos pregunten los paganos: "¿Dónde está el Dios
de Israel?". R/.
Nuestro Dios está en
el cielo y él ha hecho todo lo que quiso. En cambio, los ídolos de los paganos
son oro y plata, son dioses hechos por artesanos. R/.
Que los llene de
bendiciones el Señor, que hizo el cielo y la tierra. El Señor se ha reservado
para sí el cielo y a los hombres les ha entregado la tierra. R/.
EVANGELIO
Del santo
Evangelio según san Juan: 14, 21-26
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los cumple,
ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me
manifestaré a él".
Entonces le dijo
Judas (no el Iscariote): "Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a
manifestar y al mundo no?". Le respondió Jesús: "El que me ama,
cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él
nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que
están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de
esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi
Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará
todo cuanto yo les he dicho".
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