UN CORAZÓN TOCADO POR DIOS

Santa Lidia. Confesora – 3 de Agosto | El pan de los pobres

Después del sueño de aquel macedonio que lo invitaba a ir a aquella región, como lo escuchábamos el sábado pasado, Pablo llega a Macedonia y ahí empieza su labor en una comunidad que será muy querida por él, la comunidad de Filipos. Esta comunidad y este relato cobra principal relevancia porque nos encontramos con la primera comunidad europea a la cual llega el evangelio y escuchamos como el evangelio es abrazado por una mujer llamada Lidia. Este relato es significativo en todos sus aspectos. Pablo ya no predica en la sinagoga, ya no se dirige a los varones, lo hace a las mujeres y es ahí donde se da el primer fruto. Lidia será la primera cristiana europea de la que tenemos conocimiento. Después de su bautismo ofrece su casa para que se hospeden, otra cosa significativa, ya no será en casas de judíos, sino que el evangelio netamente es predicado y aceptado por los paganos.

San Lucas en su evangelio da un papel primordial a la mujer, y en este segundo libro, no es la excepción; prueba de ello el pasaje que escuchamos el día de hoy. La mujer se ha convertido en uno de los principales evangelizadores de las comunidades y en ellas encontramos un pilar grande en la vida de fe de nuestras familias. Como a Lidia, Dios sigue tocando sus corazones y ellas siguen respondiendo con generosidad a la iniciativa que Dios les presenta.

El evangelio nos presenta estas palabras que podrían sonar como amenaza, pero que, a la luz de la fe, se convierten en palabras de ánimo. La labor de testigos parte de una convicción personal, pero se ve reforzada por la presencia del Espíritu Santo. Ante los momentos de dificultad y de prueba para nuestra fe, nunca estamos solos. El testimonio de los mártires es un claro ejemplo de ello. Siempre ha cuestionado a los verdugos de los mártires el saber cómo es posible que aquellos que están a punto de morir canten, perdonen, oren, muestren tanta paz; sin duda que nada de esto podría ser posible si no es acompañado por la gracia de Dios. Que nuestra fe no tropiece, sino que sea una fe sincera como la de Lidia y su familia que abraza con alegría y sin demora la Buena Nueva.

 

LECTURAS DEL LUNES VI DE PASCUA

 

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 16,11-15

Por aquellos días, zarpamos de Tróade y navegamos rumbo a Samotracia; al día siguiente, hacia Neápolis y de ahí a Filipos, colonia romana y ciudad principal de la región de Macedonia.

En Filipos nos quedamos unos días. El sábado salimos de la ciudad y nos fuimos por la orilla del río hasta un sitio donde solían tenerse las reuniones de oración. Allí nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido.

Entre las que nos escuchaban, había una mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, comerciante en púrpura, que adoraba al verdadero Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara el mensaje de Pablo. Después de recibir el bautismo junto con toda su familia, nos hizo esta súplica: "Si están convencidos de que mi fe en el Señor es sincera, vengan a hospedarse en mi casa". Y así, nos obligó a aceptar.

 

SALMO RESPONSORIAL

 

Del salmo 149,1-2.3-4. 5-6a. 9b.

R/. El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.

Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R/.

En honor de su nombre. que haya danzas. alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R/.

Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace. R/.

 

EVANGELIO

 

Del santo Evangelio según san Juan: 15, 26-16, 4

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.

Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo".

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